sábado, 11 de enero de 2014

Buscando creativos



Formar un equipo creativo es un desafío para cualquier líder. Todos desean encontrar personas creativas, pero no existen individuos con título de "creativos", ni mucho menos con cara de creativos. La creatividad no es un rasgo que pueda distinguirse a simple vista, ni una habilidad que pueda certificarse.

Evidentemente, buscar personas creativas no es sencillo. Pero esto no debería desanimar a quienes intentan armar un equipo creativo. Se puede lograr un equipo muy creativo, si se presta atención a otras características en las personas.

En su libro "Las cinco caras del genio", la escritora Annette Moser Wellman propone una clasificación de cinco perfiles -o tipos de personas- que poseen capacidades necesarias en un equipo creativo. Según la autora, cuando un líder busca creativos -en realidad- debería buscar:

Videntes: son quienes imaginan el futuro. Ven en su mente un cuadro del futuro que les inspira ideas creativas. Su gran poder de visualización y su habilidad para manipular imágenes mentales, les vuelve especialmente efectivos para concebir nuevos proyectos.

Sin embargo, estas personas suelen tener dificultades para comunicar sus visiones a los demás y para integrar sus revelaciones con las necesidades, tareas y proyectos concretos del equipo. Por pensar tanto en el futuro, tienden a descuidar las prioridades presentes.

Observadores: tienen la capacidad de obtener información del entorno para generar nuevas ideas. Como un radar, están permanentemente "oteando el horizonte" y "escaneando el ambiente", en busca de material interesante. Tienen un gran poder de asombro y descubren posibilidades donde otros no ven nada de interés. Creen que las pequeñas cosas conducen a grandes proyectos y que cualquier detalle de la realidad puede ser ingrediente de una buena idea. 

Una debilidad de los observadores es que se concentran demasiado en los detalles y les cuesta alcanzar una visión más general. Es decir, se pierden el bosque por ver los árboles. Por otro lado, tienden a captar todo tipo de información, sin evaluar su importancia. Así, muchas veces no logran generar una hipótesis creativa, ni integrar la información a un proyecto significativo. 

Alquimistas: poseen la habilidad de conectar ideas, disciplinas o pensamientos diferentes en un sistema unificado. Como les motiva un amplio rango de intereses, estas personas siempre están atentas a lo que sucede en otras actividades y suelen ser las primeras en reconocer tendencias en un negocio, o una industria. Son hábiles para "robar" ideas de diferentes lugares. Los alquimistas se oponen a la especialización y se niegan a enfocarse únicamente en un trabajo, o un proyecto. La búsqueda permanente de interconexión entre las cosas, les da una increíble capacidad para establecer analogías.

Una limitación de estas personas es que, por prestar tanta atención a las similitudes entre diferentes ideas, no ven sus diferencias. Como les parece tan evidente la unión entre dos ideas, no reconocen las dificultades de unirlas productivamente. Además, les cuesta elegir una idea entre muchas y trabajar en ella.

Ingenuos: encuentran sentido en lo más absurdo, obvio e incoherente. Desafían la sabiduría convencional y el sentido común, todo el tiempo. Estas personas suelen hacer descubrimientos por accidente, o por casualidad. No le temen al riesgo y son impredecibles. Su ingenuidad hace que no critiquen -ni eliminen- ninguna idea, antes de buscar su lado positivo. Celebran el éxito, pero también extraen valor del fracaso.

Un problema de los ingenuos, es que les cuesta tomar conciencia de las dificultades de implementar ideas que resultan extrañas para los demás. La combinación de impulsividad y tozudez hace que -con frecuencia- inviertan grandes cantidades de energía en ideas de escaso valor.

Sabios: simplifican los problemas. Son capaces de reducir cualquier problema a su esencia y -en el proceso- generar una gran idea. Procuran siempre extraer el valor de una idea, en lugar de buscar constantemente nuevas. No se distraen del objetivo, ni pierden el foco en el proyecto sobre el cual trabajan. Evitan complicaciones innecesarias y consideraciones que no permitan que el trabajo avance.

Sin embargo, su avidez por simplificar un problema suele llevarles a desestimar información vital y a perder de vista otras aristas del problema.

Como vemos, cada uno de los cinco perfiles reúne un conjunto de habilidades específico, pero también presenta algunas debilidades. Por esta razón, un líder debe procurar que los cinco perfiles estén representados en su equipo. Reuniendo estas diferentes personas, se complementan las debilidades de algunas con las fortalezas de otras y se obtiene un grupo de trabajo altamente creativo.

Conocer los diferentes perfiles es útil para quienes enfrenten el desafío de formar un equipo, pero también para aquellas personas que ya estén liderando equipos. Estos líderes ahora cuentan con un criterio más para evaluar las competencias creativas de su grupo y analizar si poseen la combinación necesaria de habilidades.

Para que un equipo sea creativo, debe ser diverso. Por lo tanto, más importante que buscar personas creativas, es lograr la mezcla exacta de talentos y habilidades que permitan obtener -con su sinergia- un equipo creativo.

Negocios: una cuestión de imagen


Todos hemos oído alguna vez que "la imagen lo es todo" pero... ¿cuántos de nosotros le prestamos atención? Con las relajadas tendencias vigentes...¿nos presentamos ante los demás bajo la luz más favorable?

Personalmente, creo que la primera impresión que produzco es la más duradera. Ya sea que lo haga por teléfono o frente a alguien, deseo presentarme bajo la mejor luz posible. Pero al parecer, este es un pensamiento de la "vieja escuela": hoy, muchos jóvenes trabajadores se quejan de cuán "pasados de moda" pueden ser los jefes, en función de la manera en que visten, las políticas que implementan y las formas en que conducen el negocio...

No estoy abogando por un "retorno a la edad media". Comprendo que las compañías deben responder a su época; pero las estructuras básicas y los cimientos sobre los que construimos nuestros negocios (imagen, cortesía, ética, el servicio al cliente, etc...) continúan siendo correctos y son los pilares que sustentan un negocio exitoso, lo hagamos o no desde casa.

Lamentablemente, debemos reconocer que muchas personas que trabajan desde su hogar han asumido la "mentalidad del pijama" y la han trasladado a todas sus prácticas de negocios... He llamado a empresas que tenían contestadores telefónicos con mensajes graciosos, o con música estridente. Otras donde el teléfono era contestado por niños, o hablábamos con el ruido del televisor -o de la radio- de fondo. Nada que me inspirara demasiada confianza, para hacer negocios con ellas...

Y no se trata de criticar a quienes trabajan desde sus casas, nada de eso: fue una llamada a un "comercio regular" la que inspiró este artículo. Cuando hablé con su propietaria, no conocía la manera en que funcionaba un producto que ofrecía, ni el costo final del mismo. ¡Vaya! Es su propio negocio y no conoce esto... (¡Adivinen con quién no haré negocios!). No digo que usted deba ser un experto en todo, pero al menos debe conocer lo básico y -sobre todo- contratar a un experto en esa área que ayude a su cliente. Es increíble que responda "eeeeeeeeeeeee... realmente no tengo la menor idea". No es algo que deje la mejor impresión de usted, o de su negocio. Existen también oficinas corporativas que se asemejan más a una casa de juegos que a una compañía... y eso tampoco inspira ninguna confianza.

En definitiva, el propósito de este artículo no es criticar las empresas que funcionan desde el hogar, sino recordarnos que, la manera en que nos presentamos, es de crucial importancia para la confianza que los demás puedan tener en nuestro negocio.

Cuando conteste el teléfono, hágalo de una manera "profesional". Cuando deba encontrarse con alguien, por más que usted trabaje desde su hogar, vístase para esa reunión y no de manera "informal". Si usted recibe a clientes, asegúrese de estar presentable y de tener su "set de identidad" (tarjetas personales, papeles con membrete y folletos) realizado con calidad y de "pulir" cuidadosamente cada comunicación que salga de su oficina.

Su primera impresión, ya sea frente a frente, por teléfono o por correspondencia es muy duradera. Haga que sea buena y -si los trata correctamente- tendrá clientes "de por vida", aunque esto suene un poco pasado de moda.

Como en todo, existen excepciones. Por ejemplo, muchas veces como en restaurantes excelentes y que -por su estado y ubicación- no "inspirarían mi confianza". Afortunadamente, no podemos juzgar a todos los libros por sus tapas... sólo a la mayoría.

Un pequeño gran detalle


La imagen de una empresa tiene cada vez más peso en su posicionamiento. Consciente de esto, usted seguramente considera la necesidad de crear herramientas que contribuyan con la imagen de su empresa: folletos, tarjetas personales, papelería, etc...

Al momento de crear estos materiales, usted debería tener en cuenta un elemento que -si bien parece un "pequeño detalle"- es de suma importancia: el "logotipo", o "logo". Este es una forma gráfica conformada por letras y/o imágenes que representan una empresa, un producto, un servicio, una marca, una persona, una cosa o una idea. No subestime la función de este elemento, ya que de esta "figurita" depende gran parte de la efectividad de su imagen institucional. El logotipo es la figura que permite que las personas encuentren, recuerden y diferencien su marca de las demás.

Para crear un logotipo (aprobar su diseño, o comprarlo) le recomendamos tener en cuenta los siguientes aspectos:
La forma: los logotipos son reconocidos por su forma. Los más efectivos tienen una forma que los diferencia rápidamente de otros, a los ojos del público. Las personas no se sientan a analizar por horas cada imagen que ven, sino que apenas les prestan atención durante una fracción de segundos. Por lo tanto, la forma de su logotipo debe ser simple, limpia y rápida de leer. La meta del diseño debe ser facilidad de reconocimiento, de interpretación y de memorización. Aunque el logotipo sea complejo (hay muchos casos exitosos que lo son), la forma central debe ser muy clara, simple y reconocible a simple vista.

El tamaño: muchos logotipos fracasan porque no se considera la variable tamaño. Un logotipo debería funcionar bien en una tarjeta de negocios (donde difícilmente ocupe más de dos centímetros) y en un cartel en la ruta (donde tal vez alcance varios metros). Al evaluar el tamaño de su logotipo, considere el espacio de "aire", que es el campo que rodea a la figura, evitando que otros elementos se "peguen" a ella. Este espacio es muy importante, porque elimina las interferencias gráficas con el logotipo y contribuye a su diferenciación. Como regla general, este espacio equivale a un 10%-20% del tamaño del logotipo, en todas las direcciones. Si bien usted podría creer que es invisible, este espacio es tan visible como el propio logotipo. Si éste incluye un slogan o lema, considérelo cuando determine el espacio de aire. 

Blanco y negro: un logotipo debe ser diseñado primero en blanco y negro; recién luego en color. La habilidad de un logotipo para ser atractivo, único o reconocible no debe depender del color. De hecho, éste puede disfrazar un mal diseño. Por eso, primero evalúe las propuestas en blanco y negro. Al no distraerse con un color, usted podrá evaluar mucho mejor la forma, el diseño y la facilidad de lectura de la imagen. Si contrata a un diseñador -o a una compañía de publicidad- pídales que hagan la primera presentación en blanco y negro.

El color: al igual que la forma, el color debe ser fácil de reconocer y memorizar. Es más fácil identificar un logotipo blanco y rojo, que uno blanco, rojo, con líneas púrpuras, fondos amarillos y algunos detalles en verde. Además, si se combinan muchos colores diferentes, se distrae la atención del elemento central, o de la forma básica.

Considere que los colores tienen significados y evocan diferentes emociones en las personas. Por ejemplo, el negro implica seriedad, poder, tradición, conservadurismo; el azul representa autoridad, dignidad, seguridad, estabilidad, confianza; el verde trasmite tranquilidad, salud, frescura, apetito; el rosa representa femineidad, inocencia, suavidad, salud, juventud; el púrpura evoca misterio, espiritualidad, sensualidad, riqueza, nobleza; el rojo trasmite agresividad, pasión, fuerza, vitalidad, miedo, velocidad; y así cada color. En base a esto, analice qué color -o combinación de colores- funciona mejor para su tipo de empresa y producto: así como el rosa no es el indicado para representar una ferretería, el negro no es efectivo para vender ropa infantil.

Además de elegir el color apropiado, asegúrese que el mismo pueda ser reproducido en diferentes medios. Algunos colores se ven muy bien impresos en un folleto, pero no pintados en un vehículo, o en una publicidad callejera. El responsable del diseño debería elegir colores que sirvan para publicidad en revistas, en la vía pública, en televisión, en Internet, en remeras, en papelería, en envases y en todos los lugares donde usted desee promocionar su marca.

La referencia: si usted ve un logotipo con la imagen de un pollo, deducirá que en ese lugar se venden pollos. Pero muchos de los logotipos más reconocibles y famosos, no consisten en una traducción literal: piense en marcas como Nike, Coca-cola, o Mercedes Benz. En sus logotipos no aparece una hamburguesa, ni una botella, ni un automóvil. No hay una conexión directa con aquello que venden. Esto no significa que -si usted vende pollos- no pueda incluir la imagen del ave en su logotipo, sino que no es -necesariamente- efectivo hacerlo. El logotipo es una representación de la empresa, no una traducción -ni explicación- de aquello que hace.

El producto: en el caso de productos físicos, además de utilizar el logotipo en la publicidad, procure incluirlo en la mercadería. Si su logotipo es efectivo, seguramente contribuirá a que elijan su producto en el punto de venta. Considere la forma y el envase de su producto en el diseño del logotipo.
El logotipo es el icono de la identidad de su empresa y de su producto. Otórguele la importancia que merece, coloque su creación en manos de profesionales, e interactúe permanentemente con ellos para lograr los resultados esperados. 

Si un logotipo es correctamente concebido y diseñado, puede contribuir mucho a mejorar el posicionamiento y la llegada de su marca al mercado. Si -por el contrario- su diseño es inefectivo, puede tener un efecto perjudicial sobre su estrategia comercial. Aunque usted no sea diseñador, ni publicista, ni comunicador, si tiene una empresa necesita aprender a sacar el mayor provecho de este pequeño gran detalle... que puede hacer una gran diferencia!